¿Cuándo el miedo a los petardos se convierte en un problema?. Fobia infantil petardos
Ya estamos en marzo, un mes IMPORTANTE, así, con mayúsculas, para Valencia y para todos los que vivimos aquí o decidimos venir a vivir la experiencia Fallera, amada por muchos y odiada por otros tantos.
Tanto si es tu primera vez en Fallas como si eres fallero desde niño, es muy común que disfrutes de la pirotecnia y más, concretamente, de los petardos, pero si eres un niño y tienes miedo de los sonidos fuertes y estridentes, vivir ésta época en Valencia puede resultar francamente difícil. Pasear por cualquier calle durante este mes conlleva una consecución de estallidos de petardos y cohetes.
Esta situación generalmente desemboca en dos alternativas:
Ante la situación de ansiedad constante que se genera en estas personas, huir desesperadamente, lo cual va a rebajar la ansiedad a corto plazo, pero puede ser contraproducente.
En otras ocasiones, cuando la tensión comienza con el mero hecho de pensar que van a salir a la calle, lo que se produce es un atrincheramiento en casa que puede llegar a perjudicar los planes falleros de toda la familia.
Estos serían los casos en los que hablaríamos de que ese miedo a los petardos se está convirtiendo en un problema:
cuando el niño realmente padece un sufrimiento por esa situación
cuando consideramos que la reacción es desproporcionada para lo que creemos normal
cuando es desadaptativo para su vida y para la de su familia.
CONOCE AQUÍ EN QUÉ CONSISTE EL MIEDO A LOS PETARDOS: LIGIROFOBIA
En primer lugar, si consideramos que el comportamiento de nuestro hijo es mayor a un miedo y sospechamos que tiene (o está empezando a crear) esta fobia, la mejor alternativa es acudir a un especialista que pueda evaluar la situación, trabajar con nuestro hijo y darnos unas pautas seguras para poder ayudarle desde casa.
Si, por el contrario, aún es simplemente un miedo y no creemos que sea un problema para el funcionamiento de nuestra rutina, la mejor opción es actuar con normalidad, ya que hay situaciones en las que los adultos transmitimos nuestros propios miedos a los niños. Por lo tanto, es posible, que si las personas que hay a su alrededor se comportan con naturalidad ante dicha situación, poco a poco vaya disminuyendo la sensación de peligro que el niño siente ante ese estímulo.
Cuando nuestro hijo reaccione asustándose, debemos reducir la importancia, explicar que nosotros también nos hemos asustado, que le entendemos pero que no hay peligro.
Es importante, como siempre decimos que la comunicación con nuestros hijos sea abierta y que tanto nosotros como ellos sepamos identificar nuestras emociones y saber expresarlas para que todo esté bajo control.
En este caso el principal consejo que podemos seguir es NO HUIR de la situación cuando se está dando, es importante permanecer en la situación que le ha provocado el miedo hasta que la ansiedad de nuestro hijo baje, para que pueda comprobar que no hay peligro, ya que si en ese momento salimos corriendo la situación mejorará momentáneamente, pero a largo plazo el miedo se fortalecerá.
Sin embargo, es cierto que, en muchas ocasiones, no es nada fácil llevar a cabo esta recomendación, más aún en el caso de los niños, que no entienden por qué no han de huir, por lo que, se recomienda que un especialista sea el encargado de acompañar al menor y/o adulto en el tratamiento.