En ocasiones, este tipo de trastorno de ansiedad puede venir precedido, aunque no es indispensable, por la experiencia de que alguien cercano haya padecido algún tipo de enfermedad que nos haya generado el miedo de padecer nosotros algo similar. Relacionando los aspectos tratados, podemos poner un ejemplo en el que una persona recibe la noticia de que una tía suya va a tener que ser operada para extirpar un tumor. Esa noticia puede generar una serie de miedos y preocupaciones en la persona. Al ser consciente de que “ahora tiene antecedentes” empieza a pensar que tiene más probabilidades de padecer también cáncer, a raíz de ello empieza a hacerse una exploración de los lunares por si fuesen melanomas, de la garganta porque “ha notado algo raro” y busca un nódulo, se palpa el vientre y diferentes zonas donde “ha leído” que se pueden detectar.

Otra situación que puede reflejar este trastorno podría ser aquella en la que vemos en la televisión o en internet, la noticia sobre los síntomas de una enfermedad y luego, tenemos la creencia de que la estamos padeciendo.

Todo este ritual de chequeo podría llegar a ser positivo si tuviésemos indicios claros de riesgo y en la proporción adecuada, pero si esta persona mantiene ese ritual de exploración a diario y con claros síntomas de ansiedad, estaríamos ante un caso de trastorno por ansiedad. También podríamos encontrar los casos contrarios en los que el temor a padecer una enfermedad es tan elevado que se evita cualquier tipo de comprobación o consulta médica bajo la creencia de “si no se confirma no es real”.

Las personas que padecen este tipo de trastornos pueden desarrollar el miedo o preocupación en diferentes grados, puede que sea ante un tipo de enfermedad en concreto o por el contrario que nuestro miedo abarque un amplio abanico de enfermedades. Otra variable es el grado de creencia de padecer la enfermedad, habrá personas que piensen ¿Y si tengo…? Y habrá personas que lleguen a estar seguros de que padecen la enfermedad sin haberse hecho ninguna prueba médica.