¿Por qué es tan conflictiva las relaciones padres-hijos adolescentes?
Relaciones entre padres e hijos
Relaciones entre padres e hijos
Es un conflicto en el que ambas partes están en un punto propenso a los problemas, por una parte, los padres saben que existe una relación directa entre la adolescencia y los conflictos, tan directa, que están a la espera de que lleguen los problemas. El cerebro de los padres de adolescentes despliega un radar con el que detectan los problemas, las malas caras, la ropa que les disgusta, la música, la falta de comunicación y una larga lista de rechazos. Pero no lo aprecian solo porque sea algo diferente, sino porque es “lo que toca”. Por el contrario, dejan de centrar la atención en lo que podría ser una fuente de satisfacción; sencillamente, no cuentan con ella. Son adolescentes, los han etiquetado, tienen sus prejuicios y estos son muy difíciles de modificar.
Los padres han de aceptar que su hijo crece, lo que, no nos engañemos, es un gran cambio, además lo complica la visión de que el adolescente tiene a la vez conductas un tanto infantiles como ya rasgos de adultez, lo que hace que su conducta pueda ser vista como imprevisible y contradictoria.
Por otra parte, además de esa percepción sesgada que realizan los padres y que hemos mencionado, encontramos los cambios que se dan en esa edad, como el conflicto de roles niño- adulto que sufren, hemos de tener en cuenta que tratan de establecer su personalidad en comparación con sus iguales, por ello, sus grupos de amigos y todo el campo social adquiere mucha importancia en este período, en contrapunto con los padres, que pierden influencia en el adolescente, que busca afirmarse como adulto y se aleja de estos.Ligado a este punto, los adolescentes tienen ansias de independencia lo que les lleva a rebelarse más, sobretodo contra los padres pero, a la vez, no pueden ser autosuficientes en todas las áreas, lo cual les puede generar un conflicto interno complicado.
A nivel biológico, es importante aclarar que presentan diferencias cerebrales entre adolescentes y adultos en la asunción de riesgos, unido a que son particularmente propensos a tomar riesgos cuando están con sus amigos. Sabemos que es el sistema límbico, en el interior del cerebro, está involucrado en tareas como el procesamiento de las emociones y el procesamiento de la recompensa. Se ha advertido que, esta zona, es extremadamente sensible a la sensación gratificante de la toma de riesgo en los adolescentes en comparación con los adultos, además la corteza prefrontal, la que nos impide asumir riesgos excesivos, no se ha desarrollado completamente en los adolescentes.
El problema con los adolescentes – mayor toma de riesgos, control deficiente de impulsos, la autoconciencia – no deben ser estigmatizadas, en realidad, refleja los cambios que se están generando en el cerebro que proporcionan una excelente oportunidad para la educación y el desarrollo social.
Una buena relación entre padres y adolescentes se debe basar en auténtica comunicación, en escuchar mucho, hablar mucho, observar y acompañar. Conversar sin anular las opiniones del adolescente, sin penalizarle si lo que dice nos parece ridículo. Y en esta etapa necesitan mucho acompañamiento, que les animemos a sacar lo mejor de sí mismos, que sepan que son valiosos y que nos importan mucho, y sobretodo que les aceptamos tal y como son. Aunque, por supuesto, es importante seguir marcando límites, pero, no de forma aleatoria o sólo basados en nuestros miedos, sino con fundamento y que los adolescentes conozcan cuál es el motivo de estos límites.
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