- Las mujeres maltratadas son mujeres con pocos recursos personales y económicos
No, hay violencia de género en todos los niveles socioeconómicos, lo único que ocurre es que, quizá, las mujeres de menor nivel económico no disponen de otros medios de los que puede disponer una mujer de mayores ingresos y , por tanto, acuden en mayor medida a recursos públicos.
En cuanto a sus recursos personales, las mujeres maltratadas no tienen un perfil único de personalidad. La experiencia en este campo pone de manifiesto que puede ser víctima una mujer que no ha recibido educación, que es psicológicamente débil, que se encuentra sola…. y una mujer con alto nivel de educación y estudios, fuerte, arropada socialmente… Si, bien es cierto que, cuantos más recursos personales tenga la mujer, más fácil lo tendrá para detectar la violencia y poder salir de ella, aunque con la problemática de que en estos últimos casos la sociedad duda más de ellas, al verlas como mujeres fuertes no se cree que hayan sufrido violencia de género.
Hay ciertos patrones que si que se suelen repetir, como una baja autoestima, ideales de amor romántico arraigados, dependencia emocional, escasez de asertividad… pero es difícil, en muchas ocasiones, establecer hasta que punto estos factores son predisponentes o son consecuencias de su situación vivida. Además, pese a que suelan compartir algunos rasgos de personalidad, la idiosincrasia es muy variada, por lo tanto, es arriesgado generalizar.
- Estas mujeres, ¿aguantan porque quieren?
No, hay muchas causas que frenan la ruptura, pero nadie quiere sufrir, ni exponerse voluntariamente a una situación de violencia. Cada caso es único, las causas pueden ser económicas por la dependencia del marido (para ello se estipulan medidas económicas como ya hablamos en el); sociales, puesto que ser mujer maltratada genera, aún hoy en día, mucho estigma social e incluso se sigue culpabilizando a la mujer y en muchos casos no se les cree; familiares, puesto que muchas de las mujeres desean continuar con su pareja por el «bien» de sus hijos¨; culturales, puesto que algunas de las mujeres no conciben la separación como alternativa por motivos culturales o incluso por presiones sociales y/o familiares; físicas, ya que su agotamiento tras estar sufriendo una situación de violencia es extremo; y psicológicas, como baja autoestima, vergüenza, resistencia a reconocer el fracaso de la relación, dependencia emocional (a ello dedicaremos un post propio), temor al futuro, indefensa aprendida*…. y por supuesto, miedo.
*Indefensa aprendida: Hace referencia al comportamiento de quién ha aprendido a comportarse de forma pasiva ante estímulos o situaciones que, incluso, le son perjudiciales. A pesar de que existan alternativas para cambiar la situación desagradable, no hacen nada. En otras palabras, la persona expuesta a una situación desagradable (en este caso la violencia) se desgasta psicológicamente, y tiene el convencimiento de que no puede hacer nada por salir de esa situación, que es inútil que lo intente porque no funcionará. La alternancia de periodos de ternura y «amor» y otros de ira y agresividad, que son administrados al azar, provocan una falta de relación entre los comportamientos y los resultados de los mismos. Así se explica la pérdida de confianza de la víctima en su capacidad para predecir las consecuencias de la conducta y , por tanto, la aparición o no de la violencia. En el caso de las mujeres maltratadas, se suma que suelen estar continuamente escuchando desprecios y que no saben hacer nada, además, si en alguna ocasión dan algún paso para romper con la situación y este no funciona (como contárselo a alguien y que no te crea, huidas frustradas…) se refuerza su idea de que no pueden hacer nada.
El tema de porqué se mantiene la relación es muy complejo, ya que intervienen muchos factores y cada caso es único. Cabe destacar que los agresores utilizan diferentes mecanismos para mantener el control sobre la mujer como: alternar encanto y afecto con ira y violencia y periodos intermitentes de remordimiento y arrepentimiento (reforzamiento intermitente*), suplicas de perdón y promesas de cambio, abuso emocional y verbal, aislamiento del entorno, culpabilización, control mediante la creación del miedo o control económico, amenazas…
*Reforzamiento intermitente: Se crea una adicción o «enganche»similar a la de un ludópata. Las respuestas solo se refuerzan algunas veces, como en el caso de una persona que juega a las máquinas y recibe el refuerzo o premio cada varias jugadas. Es el tipo de reforzamiento que produce mayor adicción, ya que como la persona desconoce cuándo va a obtener la «recompensa» prueba hasta que lo consigue. Algo similar le ocurre a la mujer víctima de violencia, sabe que en algún momento el hombre va a ser cariñoso con ella, pero no sabe cuando porque no depende de ella, así que espera a que esto ocurra aguantando situaciones de violencia entre medias.
Los agresores, para justificar las acciones que llevan a cabo, utilizan diferentes mecanismos que trasladan la culpa y la responsabilidad fuera de ellos. Algunos de estos son:
- Utilitarismo: «Sólo de esta manera hace lo que deseo»…
- Justificación, fundamentación:»ella me provocó», «Los dos nos hemos faltado al respeto»,»se lo merecía»…
- Arrebato: «No me dí cuenta de lo que hacía», «no pude controlarme»…
- Olvido: «Ya ni me acuerdo de lo que pasó»…
- Minimización: «No fue para tanto, sólo la empujé»…
- Racionalización: «se controlarme», «se me fue de la mano»…
- Proyección: «toda la culpa es tuya»…
Como vemos, los factores que influyen en el mantenimiento de una relación de estas características son diversos y muy complejos, creándose una dinámica capaz de «enganchar» a mujeres con recursos personales adecuados. No se debe caer en el mito de que la mujer víctima de violencia es menos lista que el resto o que es de carácter débil. A todo ello, hay que sumar el complicado factor del amor, mal entendido en muchos casos, pero amor que impide ver las cosas con claridad.
- Muchas de las denuncias por violencia de género son falsas.
No, la existencia de denuncias falsas es ínfima comparándolas con las de denuncias que el poder judicial ha considerado como ciertas. Todas las estadísticas oficiales siguen intentando desmontar el mito de las denuncias falsas, desde el año 2009 sólo se han dictado 24 condenas por denuncia falsa, es decir, el 0,0045% del más de medio millón de denuncias presentadas en este periodo. La fomentación de esta idea perjudica que se crea a las mujeres que deciden denunciar, que, por otra parte, suelen pensárselo mucho a la hora de hacerlo, ya que es un proceso complicado que les puede acarrear aún mayor sintomatología post traumática.
- Los varones que ejercen la violencia de género tienen problemas psicológicos
No, al igual que no todos los varones que ejercen la violencia sobre la mujer consumen drogas, ni todos han observado violencia en sus familias cuando eran niños.
La gran mayoría de hombres que ejercen violencia doméstica no presentan ningún trastorno psicopatológico. Algunos de ellos tienen tendencias marcadas hacia la agresividad (lo cual es evidente si han maltratado a la mujer), pero ello no les impide conocer racionalmente lo que están haciendo. Además, no suelen presentar una conducta violenta en todos los ámbitos, pues muchos de ellos se muestran «encantadores» con su entorno, de forma que ante los demás él es correcto y la mujer la «histérica o exagerada». Pueden interactuar diversos factores como un estado emocional de ira y hostilidad, conductas pobres (déficit de habilidades de comunicación y de solución de problemas), factores precipitantes (alcohol, drogas, estrés, celos…) unido a una percepción de vulnerabilidad de la víctima.
También muchos de ellos tienen baja autoestima, pero no es algo generalizable, ya que en el otro extremo encontramos varones con un alto concepto de sí mismos y narcisistas.
Las dificultades de expresión emocional es un factor muy común. Estos hombres valoran la situación como amenazante y no sabe resolverla sino es mediante violencia, esta reiteración de violencia genera baja autoestima y crea un círculo vicioso. Tienen poca tolerancia a la frustración, habilidades pobres de comunicación y de resolución de conflictos y, además, numerosos sesgos cognitivos relacionados con creencias equívocas de superioridad del hombre hacia la mujer, con ideas distorsionadas sobre la legitimación de la violencia para resolver conflictos y emplean técnicas para eludir la responsabilidad (como hemos comentado anteriormente).
La dependencia emocional es otra actitud que se da muy frecuentemente, no solo es las mujeres maltratadas, sino también entre muchos hombres violentos con sus parejas, pues se aíslan de tal forma que crean un sistema cerrado y rígido del cual quieren tener todo el control, por ello, se muestran muy celosos y cuando sienten que pueden perder parte de este control sus reacciones pueden ser más agresivas. Esto se une a su falta de repertorio de conductas adecuadas para comunicarse y resolver conflictos, así que mantiene este control mediante la violencia. Además este aislamiento genera mayor dependencia y viceversa, es otro círculo vicioso.
En cuanto a la personalidad de los agresores, suelen ser más ansiosos, poco empáticos, impulsivos, posesivos, hostiles y depresivos que la población normal. Pero remarcando de nuevo que la mayoría no presenta perfil psicopatológico, por lo que la responsabilidad de sus actos es suya y no cabe buscar justificación en problemática ajena a su propia voluntad. Incidir en que, al igual que la personalidad y las características de las mujeres víctimas, puede ser muy variada y no hay que caer en la generalización.
- Ya se ha hecho todo lo posible por solucionar este tema.
No. Se ha hecho mucho por solucionar esta problemática, especialmente gracias a la LOVG y a sus reformas, pero es un problema que no está solucionado e incluso parece que estamos ante un «pico» importante de este tipo de violencia. Habría que plantearse en qué estamos fallando.
Valoro que se debería reflexionar acerca de la importancia de una educación igualitaria evitando estereotipos de género. Además cabe una intervención en la población adolescente, tanto en chicos como en chicas, para dotarles a ambos de herramientas útiles a la hora de mantener relaciones sanas y buscando que, dentro de lo complicado de la edad, no tengan problemas de autoestima que intenten paliar mediante un amor que lo permita todo ni mediante el uso de la posesión y el control fruto, posiblemente, de sus propias inseguridades.
Por otra parte, aún hay muchas mujeres que no denuncian, y sigue siendo necesaria la concienciación y el derribo de todos los mitos , para que no se impida esta denuncia , ya no solo por lo legal, sino denuncia social también, que se sientan libres de hablar y contar su situación sin ser juzgadas.
Queda mucho también por hacer en cuanto a la intervención con los agresores, prácticamente ninguno quiere someterse a tratamiento, y cuando lo hacen (generalmente por imposición judicial) este no suele ser efectivo en la mayoría de los casos. Y, por supuesto, queda seguir trabajando en la ayuda a aquellas mujeres que sufren o han sufrido violencia de género.
“Entre más hablaba de feminismo, más me daba cuenta de que la lucha por los derechos de las mujeres es para muchos sinónimo de odiar a los hombres. Y si de algo estoy segura es de que esto tiene que terminar”.
“Hombres, quiero aprovechar la oportunidad para extenderles una invitación formal. La igualdad de género es también su problema”
“Los hombres tampoco tienen los beneficios de la igualdad. No solemos hablar de los hombres que sufren por los estereotipos de su género pero los puedo ver (…) Si los hombres no tuvieran que ser agresivos para ser aceptados, las mujeres no seríamos sumisas; si los hombres no tuvieran que controlar, las mujeres no serían controladas».E.Watson
Marta Marín
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