Fatiga pandémica, un termino que hace un año nos sonaba a algo desconocido y que, actualmente, es uno de los estados más compartidos por la humanidad.
Podemos definir a la fatiga pandémica como el cansancio psicológico derivado de una pandemia, en este caso, la provocada por la COVID-19.
No se trata de una enfermedad psicológica, ni de un trastorno específico de salud mental, pero, sí de un síndrome caracterizado por una serie de síntomas, como:
Síntomas comunes :
Cansancio mental y físico: obviamente el cansancio psicológico es uno de los síntomas principales y este puede ir acompañado de cansancio físico como la pesadez en extremidades y la sensación de fatiga aumentada por pasar largas temporadas en casa.
Ansiedad: la ansiedad es en sí misma la pandemia de los últimos años en salud mental y debido al temor , al dolor y a la incertidumbre generada por el coronavirus , ha ido en un aumento muy significativo. La ansiedad se trata de un estado de alerta ante algo que nuestra mente interpreta como peligroso, por ello, es lógico que esté muy ligada a la pandemia. Este estado de tensión se ha ido acumulando a lo largo de estos meses, siendo en las últimas semanas cuando ha comenzado a realizar una mella más pronunciada en nosotros.
Estado de ánimo depresivo: aunque no se llegue a padecer depresión, podemos padecer síntomas propios de esta, como un bajo estado de ánimo, problemas alimenticios y de sueño, apatía… es algo lógico teniendo en cuenta que, entre otras cosas, llevamos un año prescindiendo de reforzadores tan importantes como el contacto social.
Desmotivación y rabia: lo peligroso de ello es que puede conllevar que la persona no mantenga las conductas responsables de prevención y ello no es justificable. Por otro lado, una mala gestión de la incertidumbre, puede emporar todos los sintomas ansioso depresivos.
Indefensión aprendida: este término, común en la psicología, se trata de la sensación subjetiva de que no se puede hacer nada para cambiar una situación aversiva. Es algo muy ligado a los estados de desmotivación y de depresión. Si pensamos que hagamos lo que hagamos nada mejorará, podemos caer en un estado de apatía y no cumplir las normas tan necesarias en estos momentos.
¿Qué podemos hacer para evitar que la fatiga pandémica se apodere de nuestro bienestar?
Desgraciadamente, que sintamos fatiga pandémica es algo normal y no va a erradicarse totalmente hasta que no se erradique la pandemia que la causa. De hecho, padecer fatiga pandémica puede ser signo de empatía y de responsabilidad, si sufrimos por lo que pasa y somos responsables con las medidas que se establecen, es más consecuente que nos cansemos que si no lo hacemos.
Sin embargo, es importante que llevemos a cabo ciertas pautas para reducirla.
Pautas para mejorarla:
No te sobreinformes: los psicólogos hemos repetido esta máxima sin cesar y continúa siendo fundamental. Está bien que nos informemos, pero exponernos a pasar el día leyendo o viendo noticias sobre el coronavirus aumenta aún más nuestra ansiedad y nos aleja de otras actividades y de momentos de desconexión muy necesarios.
Sueño, nutrición y ejercicio: tres pilares básicos para cuidar tu salud mental y física. Refuerza las pautas en estos tres niveles, te sentirás mejor y aumentarás tus endorfinas como la serotonina, especialmente con el ejercicio, de modo que disminuirás la ansiedad y mejorarás tu estado de ánimo.
Piensa que es algo temporal: sí, se está alargando mucho más de lo que pensábamos y es agotador. Sin embargo, ya estamos en la etapa de la vacunación, ya queda menos. Resiste, es cuestión de unos meses y habremos llegado al final. Pensar que es una situación temporal y tener esta premisa presente te aliviará.
Fija metas (flexibles), enfócate en proyectos: si bien es cierto que la situación es muy cambiante y que hemos de gestionar la incertidumbre, continuar ilusionándote y fijando metas en tu vida te permitirá tener un horizonte e instalar en tu mente que esto acabará.
Mantente conectado pero con límites: usar las nuevas tecnologías y mantener el contacto social es fundamental, sin embargo, no te fuerces a realizar múltiples videollamadas si no te apetece y , lo más importante, desahogaros pero no centréis toda la conversación en la COVID-19.
Permítete estar harto pero no te permitas bajar la guardia con las medidas: piensa en una maratón, estás llegando a la meta y estás agotado, puedes permitirte estarlo, pero, no te permites parar. Has hecho muchos esfuerzos que no hay que tirar por la borda.
Pide ayuda profesional: como hemos comentado, este estado de hipervigilancia y tensión acumulada puede pasar una factura a nivel psicológico, además de que mantener en el tiempo un estado de ánimo bajo puede causar que la persona entre en un bucle de apatía y pensamientos negativos nada deseable.