Se ha de realizar una valoración de la fobia, es decir, una evaluación psicológica en profundidad que otorgue información sobre el grado de temor del paciente, sus respuestas fisológicas y conductuales, etc.
Tras la recogida de la información, a través de la psicoeducación, el paciente entiende el funcionamiento de su fobia y el por qué esta se mantiene en el tiempo, neutralizando, respuestas que pueden ser contraproducentes.
Posteriormente, se ha de realizar una exposición controlada hacia el estímulo o la situación fóbica, para ello, el paciente ha aprendido una serie de técnicas que de relajación, entre otras, que harán más exitoso este afrontamiento.
La fobia de impulsión es la que más tratamos y nos llega a consulta.