Enfado excesivo o patológico
y agresividad

Durante mucho tiempo se ha hablado del enfado como una “emoción negativa”. Realmente no existe por sí misma una emoción que sea negativa o positiva, las emociones son necesarias para la vida diaria y el hecho de que las tengamos nos ha permitido sobrevivir como especie.  Por lo tanto el enfado, al igual que cualquier otra emoción, es adaptativo y nos permite enfrentarnos a ciertas situaciones en las que necesitamos “energía” para defendernos de posibles ataques.

Ahora bien, en algunos casos nos encontramos con personas en las que ese mecanismo de enfado se está convirtiendo en un problema. Bien sea porque cuando siente la emoción la expresa de forma muy intensa, descontrolada, bien porque se enfada con  mucha frecuencia o porque el enfado tiene una duración muy prolongada. Es decir, el problema viene cuando ese enfado está afectando a diferentes áreas de la vida de la persona.

Normalmente las personas con enfado excesivo o patológico sienten que tienen que defenderse constantemente, evalúan las situaciones como “injustas”, tienden a pensar sobre otras personas con descalificativos y, no suelen ser conscientes de que existe un problema. De hecho, suelen acudir a terapia un poco forzadas por sus familiares.

En el caso de la infancia y adolescencia el enfado puede manifestarse de múltiples formas, al igual que en los adultos. Es importante diferenciar lo que es sentir enfado normal, que todas las personas lo tenemos en algunas situaciones, del enfado patológico, que como ya hemos dicho se trata de, que en este caso, afecte de forma considerable a la vida de la persona. Es importante destacar que el enfado excesivo no tiene por qué ir acompañado de agresividad manifiesta, es decir, hay personas que no manifiestan hacia fuera su enfado ni lo hacen de forma agresiva.