El Trastorno Bipolar es un trastorno mental grave y recurrente que se extiende a lo largo de la vida y se caracteriza por oscilaciones en el estado del ánimo con fases de manía, hipomanía o mixtas que, generalmente, se alternan con episodios depresivos.
Es un trastorno relativamente frecuente, que ocurre en todas las edades, aunque el pico de presentación se da entre los 15 y 25 años.
Produce una importante afectación en el funcionamiento de los sujetos y su bienestar, la necesidad de hospitalización es frecuente, sobretodo en las fases maníacas o cuando el riesgo de suicidio aumenta, de hecho, las tasas de suicidio son altas, especialmente en sus fases depresivas.
Como en todos los trastornos, se hace necesaria una exhaustiva evaluación para su diagnóstico, por lo que, hemos de tener presente que nunca un artículo de divulgación como este, pretende alarmar ni por sí mismo puede ser utilizado para el diagnóstico de un trastorno, en este caso, bipolar.
Trastorno Bipolar I: Necesario que haya aparecido, al menos, un episodio maníaco.
Trastorno Bipolar II: Al menos, un episodio de depresión mayor+ episodio hipomaníaco.
Trastorno Ciclotímico: Episodios hipomaníacos + depresivos durante, al menos, dos años. No llega a cumplir criterios de manía, hipomanía o depresión mayor.
¿En qué consiste? ¿Qué criterios diagnósticos se observan?
Según el DSM-V, los criterios para el episodio maníaco son:
Un período bien definido de estado de ánimo anormalmente y persistentemente elevado o irritable y un aumento anormal y persistente de la actividad o energía dirigida a un objetivo, dura como mínimo una semana y está presente la mayor parte del día, casi todos los días (o cualquier duración si necesita hospitalización).
Durante el período de alteración y aumento de energía, existen al menos tres de los síntomas siguientes (cuatro si el estado de ánimo es solo irritable), de un modo significativo, que muestra un cambio notorio del comportamiento:
Aumento de la autoestima o sentimientos de grandeza
Disminución de la necesidad de dormir
Más hablador de lo habitual
Fuga de ideas o experiencia subjetiva de que los pensamientos van a gran velocidad
Facilidad de distracción
Aumento de la actividad dirigida a un objetivo
Participación excesiva en actividades que tienen muchas probabilidades de consecuencias dolorosas.
Deterioro importante en funcionamiento social o laboral , necesidad de hospitalización o características psicóticas.
Los síntomas hipomaníacos son menos graves y no suelen causar una disfunción significativa social o laboral ni necesitar ingreso hospitalario.
Encontramos dos pilares básicos para el tratamiento del trastorno bipolar: el tratamiento farmacológico y el psicológico. Se trata de una enfermedad crónica, pero, sus síntomas pueden y deben ser tratados.
Respecto al tratamiento farmacológico del trastorno bipolar:
No es el psicólogo quién lo dispensa, pero, es indispensable que este sea conocedor del tratamiento que sigue el paciente y se coordine con el psiquiatra.
El tratamiento farmacológico reduce la intensidad, frecuencia y consecuencias de los episodios agudos y mejora la calidad de vida del paciente.
Cada fase requiere de un tratamiento, pero, es recomendable pensar a largo plazo más que en la inmediatez del episodio agudo.
Es esencial, su abandono constituye la primera causa de recaída. La baja adherencia es un aspecto clave a trabajar en terapia psicológica.
A grosso modo, aunque será necesaria una exhaustiva valoración psiquiátrica, podemos decir que se suele recetar:
Antipsicóticos: Fase de manía aguda y/o de agitación grave y aguda.
Sales de Litio: Mantenimiento en pacientes con historia previa de manía y/o den pacientes con síntomas no graves.
Valproato: Mujeres en edad fértil y tratamiento de manía aguda.
Benzodiacepinas: Alteración conductual y agitación
Respecto al tratamiento psicológico del trastorno bipolar:
Es imprescindible para:
aumentar la adherencia a la medicación
prevenir recaídas
entrenar en la detección y manejo de pródromos (síntomas previos a fases agudas)
promover comportamientos saludables
trabajo de habilidades sociales
trabajo de síntomas depresivos
etc.
Algunas de las intervenciones psicológicas son:
Psicoeducación: Proporcionar conocimiento sobre la enfermedad y su manejo, entrenando en habilidades prácticas para una mayor calidad de vida
Terapia Cognitivo-Conductual: Se basa en la enseñanza de la relación entre pensamientos, emociones y comportamientos para el manejo de crisis y promover un estilo de vida saludable.
Se ha demostrado que es eficaz para que estos pacientes reduzcan el tiempo en el que presentan sintomatología depresiva y en prevención de recaídas.