Salud mental y sus principales problemas
Banalización, Intrusismo y Mercantilización
Banalización, Intrusismo y Mercantilización
La Salud Mental ha cobrado gran importancia en la sociedad actual, especialmente a raíz del confinamiento provocado por la pandemia del Covid-19 y el aislamiento y complicaciones que conllevó.
Este nuevo entorno en el que nos estamos moviendo, genera nuevos retos a los que nos tenemos que enfrentar y no siempre nos vemos capacitados para sobrellevarlos correctamente. Este aumento de las necesidades de la población general de atención psicológica, no se reflejada en la misma intensidad en la demanda de ayuda y terapia psicológica, entre otros factores, por el desconocimiento general de la Salud Mental. Afortunadamente, el tabú de hablar de Salud Mental va desapareciendo progresivamente normalizando y desestigmatizando una situación muy común.
Tenemos que empezar definiendo qué es la Salud Mental para poder hablar sobre ella. Podemos entenderla, no solo como la ausencia de trastornos mentales, si no que tenemos que ir más allá y hablar de un equilibrio físico, mental y social en el que somos capaces de enfrentarnos a las situaciones estresantes o complicadas, a relacionarnos con los demás y el entorno y a tomar decisiones que contribuyan a mejorar y satisfacer nuestra vida laboral, social y familiar.
A partir de esta definición, podríamos ver si todo el mundo habla de lo mismo, si sabemos cómo podemos trabajar para “reequilibrarla” cuando es necesario y los profesionales adecuados para ello. Por estos tres bloques, queríamos escribir un artículo en el que analicemos los tres grandes problemas a los que se enfrenta la salud mental: Por una parte, la Banalización en el sentido de que “todo/nada es salud mental”, por otra parte, no acudir a terapia psicológica y tratar de poner parches y finalmente mercantilización de la terapia.
Cuando hablamos de la Salud Mental corremos dos riesgos igualmente peligrosos, que todo sea preocupante a nivel de Salud Mental o que nada lo sea. La sociedad va dando pasos en la buena dirección de hablar de Salud Mental, pero, aun así, tenemos que vigilar que no nos desviemos de los trastornos reales y nos quedemos en las dificultades propias de la vida diaria. Un problema que nos encontramos a veces es la falta de seriedad con la que se trata el tema. Pongamos un ejemplo en el que una persona le dice a otra, “buff, que asco, tengo depresión.” a lo que otra (con toda la buena intención le contesta) “eso se soluciona pidiendo cena a domicilio y viendo una peli”. Encontramos muchos fallos en esta conversación ficticia, para empezar la ligereza con la que se usan ciertas palabras que designan trastornos mentales reales como la depresión, la bipolaridad, la ansiedad… Por una parte, está bien que conozcamos estos términos, pero por otra, es muy peligroso que los confundamos con la tristeza, un cambio de humor y el estar nervioso/a (emociones desagradables para quien lo sufre, pero que no implican un trastorno de Salud Mental).
Tenemos que vigilar nuestros “autodiagnósticos” y contextualizar lo que nos pasa para utilizar los términos adecuados, ya que, en caso contrario, lo que conseguimos es un perjuicio doble, estamos banalizando los términos de trastornos reales y además estamos estigmatizando estos trastornos y generando incomprensión a quienes realmente los padecen.
La otra parte que necesitamos corregir es la “solución” aportada. Si esa persona realmente estuviese en un episodio depresivo, la solución desde luego que no pasa por un maratón de manta y peli. También existiría la posibilidad de otra respuesta preocupante diciendo que “eso es una tontería y que no pasa nada”, en caso de que la persona realmente estuviese experimentando un episodio depresivo, esta incomprensión y casi ridiculización sería muy perjudicial para la persona.
Por ello, tenemos 2 opciones, o corregimos nuestro vocabulario para utilizar la forma correcta de expresar lo que nos pasa o damos soluciones realmente reflexionadas y útiles a quien necesite una ayuda psicológica profesional para superar un momento difícil.
Muy relacionado con lo que acabamos de comentar de las “soluciones” que se ofrecen viene este apartado de intrusismo. La Salud Mental ha sido un campo que ha sufrido muchos claroscuros. Siempre han existido los problemas de salud mental, pero en cada época y contexto se ha tratado de solucionarnos de diferentes formas, no todas ellas científicas y eficaces (por no hablar de la falta de ética).
La Psicología es una ciencia y por ello está basada en estudios y pruebas empíricas para demostrar la existencia de una patología y cuál es la mejor forma de intervenir sobre ella. Esto quiere decir que, cuando una persona está sufriendo realmente un trastorno psicológico, debe de acudir a un profesional que le proporcione técnicas y herramientas que objetivamente puedan contribuir a solucionar el trastorno existente.
Uno de los principales problemas que encontramos es la influencia y auge de las pseudoterapias. En ocasiones, la población general no es consciente de las líneas que separan terapias de pseudoterapias. Entendemos estas segundas como “una sustancia, actividad o servicio que pretende una finalidad sanitaria pero que no tiene conocimiento ni evidencia científica que avale su eficacia ni su seguridad”. Muchas de estas pseudoterapias se basan en teorías que aparentan ser lógicas y científicas y se apoyan en gran medida en la capacidad de influencia de los falsos terapeutas para “vender” esa pseudoterapia que no ha sido contrastada. Entre estas pseudoterapias encontramos el psicoanálisis, el ‘coaching’, la bioneuroemoción, las constelaciones familiares y la programación neurolingüística,entre otras.
Muchas de las pseudoterapias (Acupuntura, Energía Onírica, hipnosis clásica, constelaciones familiares, etc.) tienen ciertas características en común como que son métodos “tradicionales” o por el contrario manifiestan ser “totalmente novedosos”, utilizando términos grandilocuentes y que pueden llevar a la confusión de la persona objetivo. Otra característica es que suelen basarse en el “Be-friendly”, es decir, en que el carisma, sugestión y la atención del falso terapeuta juega un papel importante en la adhesión de la persona, que muchas veces se encuentra en situación de vulnerabilidad, desesperación, soledad o sugestionabilidad, buscando cualquier esperanza o solución. La gran mayoría de estas pseudoterapia no han obtenido ningún tipo de respaldo científico, siendo en el mejor de los casos, igual de efectivos que el placebo y en algunos casos incluso perjudiciales para la salud. Las pocas evidencias que han podido tener algún respaldo, o bien es dudodso el método en el que se ha conseguido o bien es tan escaso y en circunstancias tan concretas que no son extrapolables a la población general.
Otra cuestión importante es la idea que se tiene en el imaginario colectivo de lo que consiste una terapia, hay gente que considera que se va a tumbar para hablar de su infancia y explorar su subconsciente en busca de problemas y otros en cambio esperan que en la primera sesión sus problemas hayan desaparecido por arte de magia. En la “psicología de verdad”, ninguna de estas dos situaciones son ciertas, buscamos problemas y soluciones concretos, pero que no se pueden conseguir en una única sesión. Si lo que el falso terapeuta promete es alguna de estas dos opciones y su lenguaje se basa en conceptos y símbolos abstractos u ocultos, debemos tomarlas como señales de alerta y dudar de la veracidad de sus técnicas.
Otro tipo de tratamiento, que en sí no tiene por qué ser negativo y en ocasiones está recomendado, es la farmacoterapia, es decir, el uso de medicamentos que nos ayuden con síntomas o efectos de los trastornos. En este caso, el problema real viene cuando se produce un autodiagnóstico o un abuso de la farmacología como “solución rápida” al problema. Obviamente este tipo de tratamiento sin seguimiento profesional lo único que conlleva es poner un “parche” a los síntomas, pero sin trabajar las causas y formas de trabajar el problema. Pero en el peor de los casos, este abuso y descontrol puede llevar acarreado muchos otros problemas tanto de salud mental como de salud física más allá del original por el que empezó el consumo.
Al hablar tanto de la banalización como de la intrusión en la Salud Mental, nos acaba llegando a un término en el que tenemos que profundizar: el mercantilismo de la Salud Mental.
El mercantilismo es ese interés excesivo por conseguir ganancias con bienes o servicios que, a priori, no deberían ser objeto de ese comercio.
Partimos del punto de que, en el momento que un servicio sanitario público no se hace cargo de manera adecuada de un servicio tan esencial como la Salud Mental, va a tener que cubrirse la demanda con profesionales privados. Pero esta oferta privada, no implica que vaya a ser negativo, ya que simplemente son profesionales que buscan encontrar una estabilidad económica proporcionando un servicio necesario e imprescindible para la sociedad. El problema empieza cuando lo que ocurre es que se hace negocio del propio concepto de Salud Mental.
Como hemos comentado, la Salud Mental está adquiriendo más importancia para la sociedad, y esto tiene su cara negativa, la intención de algunos sectores de sacar provecho de esta. En estos casos, podríamos poner 2 ejemplos de enfoques diferentes donde se ha mercantilizado (a la vez que banalizado) la atención a la Salud Mental.
Un caso conocido es el de “La Llorería”, el proyecto se ideó como un punto donde visibilizar la salud mental, poder hablar sobre terapia psicológica y acercar estos conceptos a la población. Como propuesta es acertada y necesaria para poder educar e informar a la población, eliminar tabús y que la gente sepa que, si tiene un problema, existen tratamientos y profesionales que les pueden ayudar. El problema ocurrió cuando en vez de educar y desestigmatizar la Salud Mental, lo que se acabó logrando fue un «postureo» y una banalización desmesurada en la que se equiparaba llorar con acudir al psicólogo, la terapia con mensajes de autoayuda y no se reflejaba el malestar real que supone para la persona que busca ayuda cuando existe un problema de Salud Mental real.
Obviamente, detrás de “La Llorería” había un interés privado, en este caso la empresa organizadora es Therapy Chat. Esta empresa , a nuestro parecer, se dedica a la mercantilización de la Terapia Psicológica al máximo exponente. Empezando por su banalización y simplificación, el modelo en el que se basa es más parecido a una cadena de comida rápida que a una clínica psicológica.
Se basa en la oferta de precios irrisorios a los clientes/pacientes de los cuales se queda un amplio porcentaje, dejando al profesional con unos ingresos todavía más irrisorios. De cara a este cliente/paciente aparentemente es una ventaja, ya que le permite cubrir una necesidad a un precio más económico, pero no es tan sencillo. Cuando un profesional de la psicología realiza una sesión de terapia con la persona, no le dedica únicamente “el tiempo que se ve en la sesión”, detrás hay muchas horas de estudio, actualización, preparación de las sesiones y análisis de resultados (sin contar gastos de despacho, infraestructuras, impuestos, seguros, colegiación y un largo etc.) para que la terapia, y cada sesión, sean lo más eficaces y eficientes posible. Si este servicio se convierte en un Fast-Food de Salud Mental lo que ocurre es que ese profesional al final no tiene el tiempo y los recursos necesarios para poder dar el servicio y la calidad que la persona requiere. Además, a este profesional no se le paga la primera sesión (por la información que disponemos hasta el momento) y funciona a comisiones, es decir, ha de intentar captar al paciente y que continúe la terapia con él/ella haciendo el máximo número de sesiones para cobrar algo más, por lo cual, se desvirtúan principios terapéuticos tan básicos como los de derivar cuándo es necesario a otro profesional, espaciar las sesiones si es necesario o si hay mejoría en el paciente, ofrecer al paciente de forma honesta acabar la terapia…
Si realmente nos preocupa la Salud Mental, ahora somos conocedores de los principales problemas que está sufriendo, su banalización, el intrusismo y la mercantilización y tenemos que trabajar para resolverlos y evitarlos. Por ello, queremos que la Salud Mental cuente con todo el apoyo y reconocimiento que se merece, la sociedad tiene que buscarlo y exigirlo y desde Mariva Psicólogos trabajamos para aportar nuestro esfuerzo y el mejor servicio posible a cada una de las personas que lo necesitan.
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